La higiene bucal es un componente esencial de la salud integral. Una correcta rutina de cuidado oral previene la aparición de caries, gingivitis y periodontitis, mejora el aliento y contribuye al bienestar general. Sin embargo, no basta con “cepillarse los dientes”, es fundamental elegir los productos adecuados y utilizarlos con la técnica y la frecuencia correctas para lograr una higiene bucal efectiva.
¿Por qué es importante tener una buena salud oral?
Mantener hábitos de higiene bucal, ayuda a prevenir la aparición de caries y enfermedad periodontal. Las caries es la lesión de la estructura dental por ácidos bacterianos, y la gingivitis/periodontitis son producidas por la inflamación crónica de las encías. Una higiene deficiente incrementa su incidencia, pues la boca es puerta de entrada al organismo; infecciones orales pueden asociarse con enfermedades cardiovasculares, metabólicas o respiratorias. Una boca sana facilita la masticación, el habla, y mejora la autoestima y las relaciones sociales.
¿Conoces la estructura de tu boca?
Es importante que conozcas la estructura y anatomía básica de tu boca, esto te ayudará a comprender lo importante que es realizar algunas acciones concretas para prevenir daños que puedes lamentar.
Tu boca se compone de:
- Esmalte y dentina: Primera barrera contra la caries; requiere flúor y limpieza mecánica.
- Gingiva: Tejido blando que rodea el diente; su inflamación indica mala higiene.
- Espacios interdentales: Lugares donde el cepillo convencional no llega, precisan hilo dental o cepillos interproximales.
- Lengua y mucosas: También acumulan placa bacteriana y restos de comida; conviene limpiarlos.
El cepillo de dientes: el protagonista de la rutina
Seguramente alguna vez te has preguntado si debes usar un manual o un eléctrico ¿ya tienes la respuesta? La realidad es que ambos funcionan, pero, los cepillos eléctricos (oscilantes-rotatorios o sónicos) facilitan movimientos óptimos y suelen mejorar la remoción de placa, especialmente en personas con destreza limitada.
Debes buscar un cepillo con cabezal pequeño o mediano para llegar a zonas posteriores y no lastimar labios o carrillos. De preferencia, debe ser de cerdas suaves o extra suaves, ya que las cerdas duras pueden desgastar el esmalte y dañar las encías.
Debes cambiar tu cepillo dental de 2 a 3 meses o cuando las cerdas muestren signos de desgaste. Las cerdas abiertas o dobladas no realizan correctamente la limpieza y pueden albergar bacterias. Considera cambiar tu cepillo tras episodios de enfermedad infecciosa (gripa, resfriado), conviene sustituir por uno nuevos para evitar reinfección.
¿Por qué complementar con hilo y enjuague bucal?
El hilo dental facilita el deslizamiento en espacios estrechos, son de tipo plano o enrollado, según tu preferencia. Debes usar unos 40 cm de hilo para realizar una correcta aplicación. Enrolla la mayor parte en un dedo medio de una mano y el resto en el dedo medio opuesto. Desliza suavemente formando “C” alrededor de cada diente, moviendo arriba y abajo, sin forzar bruscamente.
El enjuague bucal por su parte llega a zonas difíciles, aporta flúor o agentes antimicrobianos, además de refrescar el aliento. El uso del hilo y enjuague bucal no sustituyen al cepillado; su eficacia depende de la fórmula y la frecuencia.
Recuerda aplicar tu enjuague después del cepillado y del hilo. No requiere enjuagar con agua tras el enjuague fluorurado., basta con que hagas buches por 30 segundos a 1 minuto, pero sin tragar.
No te olvides que la lengua y mucosas retienen parte de la placa, bacterias y células muertas que pueden generar mal aliento y contribuir a la disbiosis oral. Opta por un raspador lingual, que está diseñado para retirar la capa saburra sin irritar tu lengua, o bien, por cepillos con limpia-lengua: parte posterior del cabezal con textura suave.
Peeerooo… en resumen ¿cómo es la limpieza modelo que debes llevar a cabo?
- En la mañana: Cepillado (2–3 min) con pasta fluorada. Asegúrate de realizar una limpieza de lengua y aplica un enjuague bucal.
- Mediodía: Si es posible realiza un cepillado breve o enjuague con agua para retirar los residuos que se estén acumulando durante el día.
- Noche: Cepillado (2–3 min), pon en práctica el uso del hilo dental o cepillos interdentales, nuevamente la limpieza de lengua. Una vez más aplica el enjuague antiséptico (2–3 veces/semana) o fluorurado a diario.
Mantener una correcta higiene bucal implica mucho más que cepillarse los dientes una vez al día. Requiere seleccionar productos específicos (cepillo, pasta, hilo, interproximales, enjuague) ajustados a la edad y condición de cada persona, aplicar las técnicas adecuadas y complementar con dispositivos de apoyo como irrigadores o cepillos eléctricos es un gran acierto.
Además, la constancia y el mantenimiento profesional son claves para prevenir enfermedades orales y preservar la salud en general. Siguiendo la rutina propuesta y contando con la guía de tu dentista podrás disfrutar de una boca sana, una sonrisa radiante y una mejor calidad de vida.
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